EL VIEJO CHUCHO DURO DEL CENTRO HISTÓRICO

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“Era callejero por derecho propio; su filosofía de la libertad”, este verso de la canción “Callejero” de Alberto Cortez quizá defina el comportamiento y forma de vida de El Viejo, como llaman varios vendedores a este perro color canela despintada que se pasea por el Centro Histórico de San Salvador como si fuera su casa.

Su vida es un paseo sin fin: de la plaza Libertad a la Barrios, a la Morazán y el Parque San José para volver repetir el ciclo.

El trayecto tiene sobresaltos: un bus que casi lo atropella, la rebusca por un bocado de comida entre bolsas de basura y la interacción con otros de su especie, machos y hembras, que llevan la misma forma de vida. Raras veces hay peleas y, hasta donde se sabem no hay reportes de ataques a humanos, como el ocurrido a una mujer en Tecámac, México, con saldo trágico.

Quizá, algún día tuvo dueño, nadie de los vendedores y la gente asidua de los parques y las plazas recuerda su origen, solo saben que un día llegó para quedarse y que es parte del paisaje capitalino.

En el 2016, El Viejo estaba vigoroso y lo perseguían las perras; hoy luce cansado y su caminar es más pausado, su piel deja ver claramente sus costillas y sus ojos reflejan una mirada triste; es posible que no resista más tiempo.

Por eso este texto termina con otro verso de la canción de Cortez:

“Era el callejero de las cosas bellas
y se fue con ellas cuando se marchó
se bebió de golpe todas las estrellas
se quedó dormido y ya no despertó”.


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