UN PIRATA MODERNO DE LA SUPERVIVENCIA
Edwin Ayala (47) conduce un “taxi pirata” desde hace más de 20 años en San Salvador aunque en sus inicios lo hacía en uno que cumplía con los requisitos de ley.
Aprendió la “taxiada” en la cooperativa de taxis ACOTER, en 1986, en la terminal de Oriente en San Salvador. Hoy lo hace en un viejo Geo Prim, año 91, con placas particulares.
“Es como mi cuma, mi herramienta de trabajo; me da todo para mantener a mi familia”, explicó Ayala, apodado cariñosamente como McGiver.
Edwin reconoce que está al margen de la ley pero es el pilar económico de su esposa y dos hijos. Además de debe enfrentar una serie de adversidades.
Por ejemplo, la competencia con los taxis legalizados, rechazar viajes de poca paga, evitar las multas y persuadir a los policías para que no lo multen o le decomisen su medio de subsistencia.
También debe enfrentar el peligro de la delincuencia en las comunidades y zonas de riesgo a las que debe ir a dejar a sus clientes o la discriminación de los viajeros por no estar autorizado para circular ni prestar el servicio.
McGyver afirma que son muchos los que están al margen de la ley y se dedican a la piratería como medio de supervivencia: los vendedores de películas y música, programas informáticos, ropa y zapatos y los mismos empresarios de taxi que tienen varios vehículos particulares en los que ofrecen servicio.
Según Edwin, el problema de los taxis piratas tiene solución: que el Gobierno facilite la obtención de placas para quienes en realidad desean trabajar -como él- y conseguir la subsistencia de su familia.
El gobierno, agregó, debería realizar un estudio socioeconómico de quienes se rebuscan para obtener el pan de cada día y dejar de ser etiquetados como pirata.
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